- Medio kgr de chirlas grandes
- Un pimiento rojo pequeño
- Un vaso pequeño de tomate frito
- Una cebolla pequeña
- Una cucharada sopera de harina
- 200 ml de vino blanco
- Una cucharadita de pimentón
- Un huevo cocido duro troceado
- Sal y pimienta negra en grano
- Aceite de oliva
Preparación
Poner el día anterior en agua con mucha sal las chirlas para que
suelten la arena, cambiando al agua dos veces. El día de la preparación, lavar
las chirlas y, una vez limpias, ponerlas en una sartén al fuego con un poco de
aceite de oliva caliente hasta que se abran.
Conforme se vayan abriendo, las vamos retirando y las colocamos
en una cazuela.
Dejando en la sartén el aceite utilizado para freír las chirlas,
rehogamos el pimiento troceado en dados pequeños y la cebolla picada muy fina.
Cuando la cebolla empiece a parecer transparente, añadimos la cucharada de
harina y el pimentón, removemos bien y echamos el tomate frito.
Removemos la mezcla con una cuchara de madera hasta que el
tomate frito esté caliente y añadimos el vino. Lo mezclamos bien y lo
mantenemos al fuego, sin dejar de remover, para que se evapore el alcohol.
Echamos esta mezcla en la cazuela donde habíamos reservado las
chirlas y añadimos agua hasta que se cubran. Añadimos los trozos de huevo
cocido, una pizca de sal, la pimienta en grano y ponemos al fuego.
Cuando rompa a hervir, lo mantenemos unos siete u ocho minutos
en el fuego, removiendo de vez en cuando para que espese la salsa y con cuidado
de que no se pegue.
El plato se sirve caliente, acompañado de un buen vino blanco.
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